Suerte
Lo había encontrado el Enemigo y ahora, iba tras suyo. Necesitaba, con urgencia, reconocer un rostro Amigo, para trasmutarse en él, ser recibido por las células de su nuevo cuerpo sin resistencias.
Se le terminaba el tiempo.
Cuando reconoció un cuerpo afín y se dispuso a abordarlo (esto era la muerte en algunos Universos aun ignorantes del Gran Secreto) olvidó algunas rutinas necesarias, en su urgencia.
No es este el lugar para develar la horrible suerte que le cupo.
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