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Tuesday, January 24, 2006

Singularidades

I
Cuando al fin nació, el Universo entero supo que era una Singularidad. Le recordaba, a cada átomo, ese glorioso instante en que todo existió simultáneamente (aunque esa no es la expresión adecuada ya que el tiempo aun no existía). En fin, les recordaba ese día único cuando todo tomó forma, cuando al fin el espacio nació, se expandieron los primeros átomos, brillaron encendidas las partículas, nació la luz, el sonido, la distancia, la forma, la energía, los futuros dioses y- nadie los sospecharía aun- la autoconciencia y el dolor.

Eso aún requirió muchas eras, en las que lo indiferenciado fue dando lugar a lo heterogéneo, pequeñas discontinuidades, fuerzas que se acumulaban más en un punto que en otro, obligando a las partículas cercanas a detener un tanto su expansión y, quizás contra su voluntad, empezar a adaptar su ritmo al de la singularidad naciente, esas proto galaxias, o proto estrellas, esos agrupamientos de fuerzas que convocaban como en clarines a cerrar filas.

II

En algunos de esos grumos de materia se cocían estrellas y planetas. Y en algunos de ellos, quizás solo en uno, especial, único, se cocía otra cosa.

Algo muy Singular: un trozo de materia con comportamiento… elemental, todo lo que se quiera , del tipo: frio –no, calor –sí. Partículas agrupadas en combinaciones complicadas, donde reinaba el Carbono. Y bullía algo más. Todo el Universo lo sabía, de algún modo.

En alguna charca cálida, en algún momento, el experimento daría resultado: tanto crear comportamientos sin poder traspasarlos a otras moléculas era descorazonador. Las moléculas de carbono ensayaban movimientos distintos, sentían amor y repulsiones (sí a la luz, no a la oscuridad) pero eran incapaces de compartir esas experiencias, traspasarlas, comunicarlas a pares, a conformaciones similares de átomos.

III

Alguna vez , entonces, en el seno de una de esas protovidas algo comenzó a acumular información, con intención de que otra cosa la leyera y actuara como su par. ¿Y qué otra cosa mejor que una parte de si misma? ¿Qué cosa más cercana mí, que yo? habrá intuido Mamá Célula hace cinco mil millones de años.
Entonces, como sucede en las grandes ideas, todo fue simple, bello e iluminador. Se trataba de duplicar la información, creando una doble linea de código, una larga espiral doble para poder replicar en un momento, duplicandoME, pariendoME en dos (Madre>>>Hija), naciendo en el mismo momento, dividiéndose entre YO-TU, una Singularidad enorme, casi tan estruendosa y bella como ese día inicial del Big Bang.

IV


¿Sucedió unicamente aquí, a unos cientos de kilómetros de tu casa? ¿O en aquella lejanía que ni imaginamos? Cuesta pensar que fue acá, en el barrio. Tanto estruendo, tanto Big Bang, tanto Dios, para que, digamos, aca nomás, cerca del Ecuador o en el Pelourinho da Bahia, una molécula extraña con Carbono, Oxigeno y Hidrogeno se partiera en dos, se pariera en dos, se replicara, se duplicara y el Universo- ese portento- creara al fin a su relator, a su testigo, su dolor y su nostalgia.

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