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Sunday, March 11, 2007

Amor eterno

Para mi el amor no es un pasatiempo, un remedio contra la soledad o una coartada para el sexo. Yo vivo para el amor, me preparé para él desde mi primera regla, aprendí de novelas, de revistas femeninas, de programas de televisión, de películas de Hollywood toda la gama de artilugios, secretos, estrategias y tácticas de seducción. Amo al amor.

Cuando lo conocí, supe que era mi hombre, el que había fantaseado en mi adolescencia, el padre de mis hijos, mi compañero para toda la vida. Lo seduje con mi belleza y mis artes del amor bien aprendidos.
Cayó en mi red, sin que se diera cuenta, ya que le dejé a él la iniciativa final.

Necesitaba probar la intensidad se su amor por mi: ¿era acaso comparable a la mía? ¿Acaso sabía él como amaba yo hasta sus defectos, sus fealdades, sus miserias? ¿Acaso el amaría solo mi extraordinaria belleza o su pasión iría más allá, hasta la esencia misma de mi ser, a encontrarse con mi verdadero yo, con un alma trascendente y no tan solo con un cuerpo hermoso?
No sabía como salir de estas dudas.
Él se comportaba maravillosamente a todas horas. Yo, en cambio, lo sometía a pequeñas pruebas. Por ejemplo, pretextaba dolores inexistentes para negarle una noche de sexo. Lo humillaba en público, desmereciendo su trabajo, coqueteaba con otros hombres, me transformaba en mujer posesiva, histérica, celosa, autoritaria, violenta. Lo sometía a mis gritos, lo golpeaba a la menor falta, lo ignoraba. No le hablaba durante días.
El no aflojaba, seguía amándome con la fuerza del primer día.

Ahora sé que lo suyo es amor con mayúscula, pleno, absoluto, eterno. Ama mi alma, mi ser profundo, no solo un rostro perfecto o un cuerpo joven: destruí mi belleza con ácido, que volqué gota a gota sobre mi rostro, deformándolo, convirtiendo su delicada piel en un brote de grasas y tejidos interiores, informe, pastoso, baboso de humores, supurando de continuo.Así me presenté ante él , hace hoy un mes. Pegó un alarido y murió del ataque.
Ahora lo tengo junto a mí, su rostro se parece cada día más al mío: supura un líquido verdoso, exhala feos aires, cubre su piel de granos que se llenan de gusanos, me mira con sus ojos vacíos y sé que me ama, más allá de mi belleza, me ama hasta la eternidad, por todos los tiempos. Soy feliz ahora con él a mi lado, decomponiéndose.